El
primer contacto. México es paradigmático de lo que
técnicamente se conoce como ''cultura orientada a la relación''
(frente a ''cultura orientada al negocio''). Ello significa que el
establecimiento de una relación cordial y de mutua confianza es
''conditio sine qua non'' para hacer negocios. En este proceso -que exige
tiempo, dedicación e implicación personal-, la primera
impresión es fundamental: nuestra apariencia, indumentaria, modales y
personalidad serán evaluados desde el primer momento de la primera cita.
Si son aprobados, el mexicano se sentirá cómodo con nosotros y
nos respetará, pero si no, nuestras posibilidades de hacer negocios con
él se verán notablemente mermadas. Y antes de habernos ''metido
en harina''.
Por lo
general, los mexicanos son muy educados y corteses. Conviene no dejarse
engatusar por este comportamiento tan atento y agradable, aunque, por nuestra
parte, es aconsejable que esmeremos y suavicemos nuestros modales. Desde su
perspectiva, los españoles somos demasiado bruscos, y en ello tiene
mucho que ver nuestra rápida tendencia al tuteo. De modo que, con los
mexicanos, aprendamos a contener el ''tú'' y a utilizar los
tratamientos: Doctor, Ingeniero, Licenciado, etc. En su escala de valores, el
estatus ocupa un lugar preponderante. El titulo que se ostenta y el cargo que
se ocupa granjean, a priori, respeto y admiración. No dudemos, por
tanto, en hacer uso de los nuestros, también en las tarjetas de visita,
membretes, etc. El objetivo es cimentar una relación ''inter pares'' con
nuestro interlocutor mexicano.
Por
ultimo, debemos tener en cuenta que México es un país
extremadamente policrónico. Es decir, su concepto y utilización
del tiempo es mucho más laxo que el nuestro. La puntualidad, en general,
no es tan importante como lo es para nosotros - hecho que se acentúa en
el D.F., la urbe más poblada del mundo, con un tráfico endiablado
y unas grandes distancias; téngalo en cuenta a la hora de planificar sus
citas-, y existe una cierta tendencia a demorar las cosas. Se ha dicho,
posiblemente con algo de exageración, que los mexicanos tienen tres
tipos de tiempo: ahora -''sino die''-, ''ahorita'' - ¿quizás
mañana?-, y ahoritita - a lo mejor en unas horas-. Los mismos mexicanos,
con sentido del humor, aseguran que las siglas P.M. no significan
''postmeridian'' sino ''puntualidad mexicana''. En definitiva, hagamos gala del
mismo sentido del humor y armémonos de paciencia y
comprensión.
Negociación. Normalmente, la reunión se
abrirá con una conversación informal y, durante el desarrollo de
aquélla, se entremezclarán los temas objeto de negociación
con comentarios de carácter ajenos a ellos. Conviene, en todo caso, no
abordar directamente el negocio. Es preferible dejar que sean ellos quienes
marquen ''el tempo'' e introduzcan los puntos de negociación. Su ritmo
de conversación suele ser más pausado que el nuestro.
Además, suelen realizar pausas y silencios con más frecuencia y
duración que nosotros. Tratar de acelerar el ritmo conversacional y/o
interrumpir los silencios puede ser tachado de arrogante o de
grosero.
En las
relaciones comerciales con mexicanos, debemos tener siempre presente que el
dominio del contexto -quién dice qué, a quién,
cuándo, y, sobre todo, cómo, además de la
comunicación no verbal - es de vital importancia. Las relaciones
humanas, en general, y las derivadas de los negocios en particular, suelen ser
más sutiles que las nuestras. De hecho los mexicanos nos consideran
demasiado directos en nuestra forma de expresión y de
negociación. Evitar ofender o contrariar al interlocutor es primordial
en su estilo comunicacional. Raras veces dicen ''no'' de manera rotunda. Ni
siquiera en el supuesto de que encuentren poco atractiva nuestra propuesta,
disientan de nuestros planteamientos, o no les guste nuestro producto. Con tal
de no desairarnos, los mexicanos utilizaran toda la gama de afirmaciones
matizadas. Obviamente, este comportamiento tan halagüeño puede
convertirse en una trampa puesto que nos impedirá conocer con certeza el
autentico impacto de nuestra proposición.
Su estilo
de razonamiento es más deductivo que inductivo, y se mueven con gran
facilidad en el terreno teórico y de lo abstracto. Poseen, así
mismo, una gran habilidad para conceptualizar y percibir problemas -y sus
soluciones - en términos generales. Muy ágiles mentalmente, con
gran cintura en las sutilezas y en el desarrollo de grandes ideas, presentan,
en ocasiones, un extraño lunar en el aspecto práctico y en las
tareas de implementación. En consecuencia, no es infrecuente encontrarse
con excelentes proyectos y brillantes ideas que languidecen y mueren en el
camino hacia su realización.
La
presentación, en su aspecto estético, ha de estar muy cuidada, no
sólo en los soportes gráficos y audiovisuales, sino en la
presentación oral. En México, los detalles ceremoniales y las
habilidades retóricas son más utilizadas y valoradas que
aquí.
En cuanto
a la negociación de precios, conviene saber que están habituados
a grandes márgenes. Ello, unido a su costumbre del regateo, sugiere un
estudiar muy bien nuestra posición de partida y presupuestar amplios
márgenes de maniobra. En todo caso, los argumentos de carácter
personal/emocional suelen ser más efectivos que los números. En
consecuencia, conviene potenciar al máximo esta herramienta de
negociación.
La toma
de decisiones es más lenta que en España y se realiza al
más alto nivel de la organización. Es un grave error tratar de
acelerar el proceso. Una vez alcanzado un acuerdo, se plasmará
éste en un contrato que es muy posible que sea considerado más
como una declaración de principios que como una serie de obligaciones
legales. Una vez más, y en caso de conflicto, prevalecerá la
relación personal.
En fin, a
pesar de nuestra hermandad, algunas diferencias entre nosotros haberlas,
haylas. Pero, aún así, y como alguien dijo una vez
''México es España, y España es
México'',....¡tan lindo y tan querido!.
Artículo elaborado por José Maria de León, socio
director de Gabinete Intercultural, s.l., Consultoría y
Formación en Management y Comunicación Intercultural
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